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Presentación del ciclo "El circo en el cine". Enero 2018.



«El cine se parece mucho al circo. Es posible que si el cine no hubiese existido, si no hubiera conocido a Rosellini y si el circo continuase siendo un espectáculo de cierta actualidad, me hubiera gustado mucho ser director de un gran circo, pues es exactamente una mezcla de técnica, precisión e improvisación. Al mismo tiempo que se desarrolla el espectáculo preparado y ensayado, se arriesga verdaderamente algo, es decir, se vive a la vez. Hay, por supuesto, ciertas cosas que no tienen que ver con la creación de la fantasía: las jirafas, los tigres, los animales. El espectáculo del circo es una manera de crear y de vivir al mismo tiempo, de estar sumergido en la acción, sin las normas fijas que debe tener un hombre de letras o un pintor. El circo tiene esta fuerza, este valor... y me parece que el cine es exactamente lo mismo.»

Federico Fellini en su libro Fellini por Fellini (1978).


Continúa la VIII temporada de la Filmoteca de Sant Joan d’Alacant durante el mes de enero de 2018 con nuevo ciclo temático dedicado en esta ocasión a la representación del circo en el cine, con cuatro clásicos imprescindibles para entender la verdadera naturaleza del mundo del circo y su relación con la sociedad espectáculo y la condición humana.

La palabra circo tiene hasta diez acepciones en el Diccionario de la lengua española, siendo las primeras cinco las alusivas al conocido espectáculo artístico, presentado en el interior de una gran carpa que cuenta con pistas y galerías de asientos para el público, que puede incluir a acróbatas, contorsionistas, equilibristas, escapistas, forzudos, hombres bala, magos, malabaristas, mimos, monociclistas, payasos, titiriteros, tragafuegos, tragasables, trapecistas, ventrílocuos, zanqueros, adiestradores de animales y otros artistas. La sexta acepción de la palabra circo es "el recinto de forma alargada destinado especialmente a competiciones de carros y caballos, en la antigua Roma". En general, ninguna de estas acepciones libera al circo de un espacio físico limitado y establecido; todo un contrasentido ya que el circo es, sobre todo, paradigma de lo itinerante. En su novena acepción del Diccionario de la lengua española encontramos al circo definido como "confusión, desorden o caos". En definitiva, describir el circo resulta una tarea tan paradójica, controvertida y ambigua como la de describir la propia condición humana, con sus luces y sus sombras.

Muchos han sido los que han citado al circo, y al derivado mundo del espectáculo, para acusar a las sociedades de su tiempo de alimentar sus más bajos instintos. El poeta romano Juvenal hizo célebre su frase "pan y circo" (panem et circense) en su Sátira X, a finales del siglo I y comienzos del siglo II, como referencia a la práctica romana de proveer trigo gratis a los ciudadanos romanos así como costosas representaciones circenses y otras formas de entretenimiento como medio para ganar poder político a través del populismo. Casi dos mil años después, en 1967, el situacionista y teórico político Guy Debord publicó La sociedad del espectáculo, uno de los trabajos de filosofía y crítica marxista más relevantes del siglo XX, en el que trazó el desarrollo de una sociedad moderna en la que "todo lo que una vez fue vivido directamente se ha convertido en una mera representación". Para Debord, el espectáculo es la imagen invertida de la sociedad en la cual las relaciones entre mercancías han suplantado relaciones entre la gente, en quienes la identificación pasiva con el espectáculo suplanta cualquier actividad genuina. "El espectáculo no es una colección de imágenes, sino una relación social entre la gente que es mediada por imágenes", afirmó Debord, en alusión directa a los modernos medios de comunicación, incluido el cinematógrafo.

No cabe duda de que el cine, al igual que el circo, es un mundo lleno de luces y sombras. El cine ha servido —y sigue sirviendo—, junto al resto de medios de comunicación, de mercancía puramente comercial, en términos de Debord, para alimentar las necesidades más banales de entretenimiento de la sociedad. El "pan y circo" de Juvenal sigue vigente también en el cine, y esas son algunas de sus sombras.

Es por todo ello que en la Filmoteca creemos, al igual que el gran Federico Fellini, que el circo y el cine son mundos similares. Con el presente ciclo, "El circo en el cine", queremos mostrar cómo cuatro de los mejores cineastas de la historia fueron capaces de retratar la verdadera naturaleza del mundo del circo, del vodevil y del espectáculo en general, con sus luces y, sobre todo, con sus sombras.

En El circo (The Circus, 1928) de Charles Chaplin, el vagabundo al que interpreta Chaplin desconoce su "talento" innato para hacer reír a un público ávido de entretenimiento bajo la carpa circense, ignorando la verdadera condición social del vagabundo y la mísera realidad sobre la que trabajan el resto de artistas de la compañía. La Strada (1954) de Federico Fellini, una de las obras maestras del neorrealismo tardío italiano, presenta a Gelsomina, un personaje demasiado puro e inocente para trabajar en un espectáculo ambulante, rodeado de miseria, crueldad y artificio. Freaks (1932) de Tod Browning fue bautizada en España como La parada de los monstruos; en la Filmoteca hemos considerado ignorar tal desafortunado título, ya que los protagonistas del film, artistas deformes que servían de espectáculo morboso en ferias ambulantes, al contrario de mostrarse como monstruos son ejemplo de lo más noble del ser humano, y relegando la verdadera monstruosidad a la crueldad de los antagonistas del film y a la propia condición morbosa de los espectadores de aquellos espectáculos. En Lola Montes (1955), de Max Ophüls, la protagonista representa su propia vida llena de escándalos en un espectáculo circense, en una película con la que Max Ophüls parecía avanzar el sensacionalismo mediático de muchos programas televisivos actuales sobre el mundo del corazón. Lola Montes es ejemplo de que la sed del público por el sensacionalismo, el circo mediático y el espectáculo morboso ha existido siempre y es inherente a la condición humana.

"El circo en el cine" es, por lo tanto, un ciclo de películas sobre el circo, en todos los sentidos y acepciones posibles de la palabra. Además, en este mes de enero de 2018 celebramos nuestro 10º aniversario y qué mejor que hacerlo con un homenaje al mundo del circo, con el que nos identificamos profundamente.

Desde el día 8 hasta el 29 de enero, la Filmoteca de Sant Joan d’Alacant proyectará las siguientes películas:

Comenzaremos el lunes 8 de enero con la proyección de El circo (The Circus, 1928) dirigida por Charles Chaplin. Estrenada hace exactamente 90 años, el 6 de enero de 1928, El circo es, sin duda, una de las películas más divertidas del gran Charles Chaplin, y, probablemente, la producción más problemática del cineasta británico en toda su filmografía. Durante el rodaje de El circo, Chaplin tuvo que lidiar con varios problemas y retrasos, incluyendo un incendio en el estudio, el fallecimiento de su madre, así como el amargo divorcio de su segunda esposa, Lita Grey. Además, los reclamos por parte de la Agencia federal de recaudación fiscal sostenían que Chaplin debía impuestos. Todos estos problemas llevaron a que el rodaje de la película se estancara por ocho meses. Siempre perfeccionista hasta el limite, y a pesar de los problemas en la producción de la película, Chaplin llegó a las 200 tomas en algunos de los planos de la película. El circo presenta de nuevo al personaje del vagabundo, a Charlot, quien al aterrizar por casualidad en un espectáculo circense escapando de la policía es confundido por los espectadores como una de las estrellas cómicas de la compañía, gracias a su torpeza espontánea. El dueño del circo, consciente de que el vagabundo genera los mayores aplausos del público, le ofrece trabajar en el espectáculo sin desvelarle que es la estrella del mismo. En la compañía circense, el vagabundo se enamorará de la hija del dueño, una joven amazona que a su vez está enamorada de un apuesto funambulista. Chaplin fue nominado para cuatro Premios Óscar en 1928, pero la Academia lo retiró de los premios en competencia al entregarle un Óscar honorífico, por actuar, escribir, dirigir y producir El circo. En 1967, Chaplin compuso una nueva banda sonora para El circo que incluía la canción "Swing Little Girl", compuesta e interpretada por él mismo en los créditos iniciales de la película.

Continuaremos el lunes 15 de enero con la proyección de La Strada (1954), dirigida por Federico Fellini. Producida por dos de los más aclamados productores de la cinematografía italiana, Dino De Laurentiis y Carlo Ponti, e interpretada por Anthony Quinn y la esposa de Fellini, Giulietta Masina, La Strada es un clásico del periodo neorrealista italiano tardío y la película que le otorgaría a Federico Fellini un sólido prestigio internacional. El relato de La Strada comienza con la muerte de una joven que trabaja para Zampanó (Anthony Quinn), un artista ambulante, y la madre de la chica le vende a otra de sus hijas, Gelsomina (Giulietta Masina), para reemplazarla. Desde su planteamiento inicial, La Strada es muestra de la miseria que impregnaba la sociedad italiana de posguerra hasta pasada la mitad de los años 50. Gelsomina significará el contrapunto de la crueldad y violencia que le rodea, gracias a su inocencia, lealtad y pureza, o, tal vez, a su pesar. La Strada fue candidata al Óscar en 1956 en la categoría de mejor guion (Federico Fellini y Tullio Pinelli), y ganó el premio a la mejor película de habla no inglesa. En el Festival de Venecia de 1954, Fellini ganó el León de Plata y fue candidato al León de Oro. El paso de los años no ha hecho más que consolidar la alta estimación de La Strada por parte de historiadores, críticos y cinéfilos de todo el mundo, situando a la película como una de las mejores de la historia del cine.

El lunes 22 de enero se proyectará Freaks (1932), dirigida por Tod Browning. También conocida en España como La parada de los monstruos, Freaks es una adaptación el relato breve de Tod Robbins, Espuelas (Spurs, 1932), acerca de la venganza de un enano, artista de circo, hacia la trapecista que intentó quedarse con su dinero casándose con él. Precisamente, Harry Earles, el actor alemán que encarna a Hans, el enano protagonista de la película, fue el que le sugirió a su amigo Tod Browning la adaptación cinematográfica del relato de Robbins. Con Freaks, Browning volvía a trabajar para la Metro-Goldwyn-Mayer tras dirigir Drácula (1931) un año antes para la Universal. Browning amplió el reparto original del relato con muchos más intérpretes con deformidades físicas reales que desfilarían en la pantalla, personas con diversas amputaciones y malformaciones físicas de todo tipo, de los cuales muchos de ellos se ganaban la vida trabajando en espectáculos circenses, los llamados freak shows que seguían vigentes desde el siglo XVII. De este modo, más allá del relato adaptado, Freaks es un retrato de la convivencia cotidiana de estas personas en aquellos espectáculos. Tod Browning muestra a estas personas con una naturalidad asombrosa, potenciando su humanidad y fraternidad, indicando que la verdadera monstruosidad del ser humano no parte de su físico sino de su espíritu; un monstruosismo que quedará relegado a los antagonistas de la película y a los espectadores que aquellos freak shows. Sin embargo, Freaks fue en el momento de su estreno un enorme fracaso de taquilla y público. Debido a su naturaleza controvertida fue considerada repugnante, y entre las reacciones del público hubo gritos, desmayos y hasta amagos de abortos. Sin duda alguna, la sociedad de 1932 no estaba preparada para aceptar la película de Browing y, por culpa de las malas críticas, la Metro-Goldwyn-Mayer pidió reducir su duración (el metraje pasó de noventa minutos a sesenta y cuatro, añadiendo un prólogo y un epílogo feliz). Aun así, el público no la acepto y retiraron todas las copias. Durante muchos años Freaks estuvo prohibida en el Reino Unido, y las reposiciones que a poco de estrenarse se pudieron ver fueron muy escasas, incluso en los Estados Unidos. No fue hasta 30 años más tarde, en los años sesenta, que la incomprensión de la obra de Browning acabó, gracias a la visualización del film en el Festival de Cinema de Venecia. Este fue el evento que hizo redescubrir la excepcional película a toda una nueva generación, ahora sí, preparada para entenderla y admirarla. Hoy en día es considerada como un clásico de culto. En 1994, la película fue considerada «cultural, histórica y estéticamente significativa» por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y seleccionada para su preservación en el National Film Registry. Una de las consecuencias de esta película fue la aparición en inglés del término freak para designar algo o alguien anómalo, anormal, extraño, marginal.

Por último, el lunes 29 de enero se proyectará Lola Montes (Lola Montès, 1955) dirigida por Max Ophüls. Lola Montes es una producción francesa basada en la novela La vida extraordinaria de Lola Montes (La Vie Extraordinaire de Lola Montés) de Cécil Saint-Laurent, inédita hasta 1972. La novela se basa a su vez, libremente, en la azarosa vida de María Dolores Elisa Regina Gilbert o María Rosa Gilbert, según las fuentes, más conocida como Lola Montes o Lola Montez. Ésta nació entre 1818 y 1821, en Irlanda o Escocia. Falleció en 1861 en EEUU, prematuramente envejecida a causa de una vida de excesos. Fue amante de personalidades de su tiempo como Franz Liszt y Luis I de Baviera, así como de varios artistas, militares, empresarios o estudiantes. De temperamento independiente y aventurero, era liberal, lujuriosa, fumadora empedernida y, sobre todo, atractiva y seductora. Tras una vida intensa e itinerante, terminó trabajando como telonera en un circo de los EEUU. Cécil Saint-Laurent mitificó con romanticismo la vida de Lola Montes en su novela y el cineasta germano Maximillian Oppenheimer, más conocido como Max Ophüls, se sirvió de dicho halo romántico para realizar su primera película en color y última acabada, ya que fallecería en 1957 durante el rodaje de Los amantes de Montparnasse (Les Amants de Montparnasse). La última película del maestro Max Ophüls muestra la esencia de su estilo, que combina elegancia y ostentación, detallismo y suntuosidad. Un estallido de cine que se adentra en el espacio mágico que vive entre la realidad y el deseo. Los hirientes colores y el desbordante Cinemascope de Lola Montes llenan de vida un relato, en el fondo intimista, desarrollado en un entorno circense. Y desde el barroquismo visual, Ophüls logra lo más complejo: depurar de sus imágenes todo elemento accesorio para llenar de expresividad cada encuadre. La actriz francesa Martine Carol interpretó a Lola Montes y el multifacético actor británico Peter Ustinov interpretó al maestro de ceremonias que narra la escandalosa vida de Lola Montes, al tiempo que ésta interpreta un número circense dedicado a cada uno de los hitos amorosos de su vida. Max Ophüls se sirve del flashback para mostrar, entre número y número, el relato de la vida de Lola Montes hasta su decadencia, en una suerte de metáfora de la propia decadencia de la aristocracia decimonónica europea. Lola Montes fue la película europea más cara jamás realizada hasta el año de su estreno. Sin embargo, la película obtuvo un sonoro fracaso comercial. Esto provocó que los productores destrozaran literalmente la obra creada por Max Ophüls, dándole tantos disgustos a éste que son muchos los que piensan que los avatares asociados a esta película influyeron de manera decisiva en la muerte del director, en 1957. La película influyó notablemente en la nueva ola francesa de los 60 y hoy día es considerada como una película de culto y una de las obras maestras de Max Ophüls.


Todas las proyecciones serán a las 20:00 en el Auditorio de la Casa de Cultura de Sant Joan d’Alacant, en versión original subtitulada y con entrada gratuita. Os esperamos.

La Filmoteca.


TRÁILER PROMOCIONAL 
"EL CIRCO EN EL CINE"




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