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El tambor de hojalata de Volker Schlöndorff.

Ficha técnica y sinopsis. Primera página del programa de mano.

“Hoy he leído El tambor de hojalata por primera vez y he tratado de imaginar cómo podría ser llevado al cine. Podría convertirse en un fresco muy alemán, la historia del mundo vista desde abajo: cuadros gigantescos, espectaculares, reunidos por el minúsculo Oskar. Se ha dicho de él que era una creación del siglo XX. Para mí, posee dos cualidades típicamente contemporáneas: el rechazo y la protesta.”
Volker Schönldorff

“Schlöndorff ha buscado conscientemente una forma narrativa sencilla. Se eliminaron fragmentos enteros, y aún así, me da la impresión de que ha conseguido arrojar una luz diferente a toda la obra.”
Günter Grass


      Cuando se analiza una adaptación literaria es inevitable hablar de lo obra en cuestión y si ésta se trata de El tambor de hojalata  (Die blechtrommel, 1979) es inevitable hablar de su autor, Günter Grass, ya que el libro narra de manera autobiográfica muchos de las correrías del autor en su juventud, haciendo fiel retrato histórico de los hechos sucedidos en su natal Dazing, región polaca en la que vivían alemanes, polacos, judíos y casubios/cachubas (minoría de origen eslavo). Recientemente el escritor ha confesado que en su juventud perteneció a las SS. Su obra data de 1959, la película de 1979 y a Grass le fue otorgado el Premio Novel en 1999. El tambor de hojalata es la obra más universal de la literatura alemana y la película es el estandarte de la filmografía del Nuevo Cine Alemán que este mes nos ocupa.

Günter Grass y Volker Schlöndorff.

Dentro del movimiento del Nuevo Cine Alemán, Volker Schlöndorff destacó por ser el adaptador literario más reputado. Con una gran preparación a las órdenes de los franceses Louis Malle El fuego fatuo (1963), Jean-Pierre Melville El confidente (1962) y Alain Resnais El año pasado en Marienbad (1961), puntales de la Nouvelle Vague, el joven director alemán se dedicó a llevar a la gran pantalla las siguientes obras literarias con gran éxito, El joven Törlees (1966) y el El honor perdido de Katharina Blum (1975), la primera, crítica también con la sociedad que permitió el nazismo y la segunda, crítica contra el poder de los medios de comunicación. Estos resultados le granjearon una buena reputación y fue el elegido para trasladar la obras de escritores como Günter Grass, Marcel Proust, El amor de Swann (1983) , y Arthur Miller Muerte de un viajante (1985) a escenarios reales y personajes de carne y hueso.


Foto del rodaje.De izquierda a derecha, Günter Grass, David Bennet y Volker Schlöndorff.

La época por la que discurre la historia contemplaría el panorama polaco-alemán desde 1899 hasta 1945. Un periodo de tiempo en el que cuadros de Beethoven son sustituidos por los de Hitler, los jugueteros judíos piensan en emigrar a Inglaterra o resumiendo en palabras del propio Oskar “Había una vez un pueblo crédulo que creía en Papa Noel, pero Papa Noel en realidad era un ogro.” Etapa en la que Alemania se convirtió en la enemiga del mundo.

La obra goza de tal número de símbolos, metáforas y alegorías que son necesarios más de un visionado o un estudio previo para poder comprender del todo la magnitud intelectual que abarca. Oskar es un niño que a la edad de tres años se niega a crecer al observar el comportamiento de los adultos. Se niega a pertenecer a un mundo donde imperan las mentiras y las apariencias. La hipocresía de la trinidad que constituye la familia de Oskar, su madre ama a un judío polaco, pero se casa con uno oficial alemán, hace que el pequeño dictador aborrezca el mundo de los mayores. Crítica a la sociedad alemana prenazi que no se extraña de la elección de un niño de 3 años a seguir creciendo al igual que tampoco lo hace de la ascensión de los nazis al poder. Impasibilidad de un pueblo que se las tragó todas.
El tambor como símbolo de la juventud que no quiere perder y también junto a su grito vitricida, arma que denuncia todo cuanto se le pone en el camino. El grito que rompe los cristales podría hacer referencia a la “noche de los cristales rotos”. El primer cristal que se rompe es el de un reloj, claro símbolo del tiempo. Enanos de feria disfrazados de soldados alemanes y una enana italiana como representantes de los fascismos europeos...
La utilización de un niño como protagonista narrador y observador de la historia es paradójica en cuanto a su propia utilización, ya que normalmente se utilizan estas figuras como símbolos de pureza y esperanza, sin embargo Oskar es el mal encarnado en un niño grotesco que no levanta un metro del suelo, demostrando así la psicosis enfermiza de aquel tiempo.

Este relato dio mucho juego al director, por un lado tuvo que asumir toda la responsabilidad que la magnitud de la obra se merecía, pero por otro tuvo que disfrutar adaptando una novela que le permitió jugar con diferentes modos de realización. Al comienzo con una visitación al estilo del cine mudo, con actores gesticulantes y la mayor velocidad de la imagen, este primer fragmento recuerda al cine mudo de los grandes cómicos. El estilo con el que Schlöndorff continúa su cinta se enmarcaría dentro del denominado realismo mágico. Situaciones propias de los relatos infantiles como las fábulas y los cuentos dispuestos en escenarios reales y rodados con tremenda naturalidad. Lejos de toda experimentación o vanguardia Schlöndorff consiguió ser el más comercial de todos los representantes del Nuevo Cine Alemán, pero conservando las señas de identidad del cine europeo más puntero como la Nouvelle Vague y directores como Fellini y Buñuel. Utilizando la voz en off del protagonista deambulamos por escenas cómicas, trágicas, de acción y de retrato costumbrista de la familia alemana. Algunas representadas con fantasía y otras con una crudeza visual esperpéntica.

Cartelera diversa.

Si contamos con una historia fenomenal y un director capacitado para llevarla a cabo nos queda un punto de muy difícil consecución y que se solventó con increíble fortuna. Había que buscar un niño protagonista que reuniera todas las características especiales de Oskar Matzerath. Durante la preparación de la película advirtieron a Schlöndorff de la existencia de David Bennet, hijo del actor Heinz Bennet, que contaba con 12 años y padecía un problema de trastorno de crecimiento. Interpreta desde un Oskar intrauterino y omnisciente de su propia existencia, pasando por la niñez a los 3 años en la que decide dejar de crecer, hasta la pubertad con sus inquietudes sexuales y alcanzando los 21 años al final de la película. Este personaje ambiguo representa las dos caras del pueblo alemán. Rechaza a la sociedad por su impasibilidad, pero también refleja el tono totalitario, cruel, despótico y torturador del nazismo. Esta combinación de personalidades se unifican en un ser egoísta y destructivo, que no duda en pasar por encima de quien sea para conseguir sus objetivos, llevándose a su peculiar familia por el camino. Oskar es el antinazismo alemán y el nazismo alemán es Oskar.


Viendo el fantástico cartel de la película (lo puedes ver al inicio del artículo) y antes de terminar, no me resisto a apuntar la importancia que en relato tiene el sexo y la sexualidad de los personajes. Unas veces con humor, otras con angustia, pero siempre con naturalidad. El crecimiento hormonal de Oskar se ve claramente marcado por las inquietudes sexuales del mismo. El resto de los personajes tampoco esconden en el film sus inquietudes y relaciones sexuales. Debido a una escena en la que Oskar posa su cara sobre la entrepierna desnuda de la criada/amante/madrastra, la película fue censurada y confiscada de todos los videoclubs de Oklahoma (EE.UU) al considerarla un juez demasiado obscena por mostrar escenas sexuales en las que aparecía un niño menor de 18 años. Afortunadamente el tema se salvó aplicando el sentido común en los sucesivos juicios que se libraron tras la denuncia de los perjudicados (propietarios de los derechos y público en general).

Dos de las escenas que tanto escandalizaron al juez de Oklahoma.

En 1979, El tambor de hojalata ganó junto a Apocalypse Now la Palma de Oro de Cannes y el Oscar a la película de habla no inglesa.

La moraleja de este cuento para adultos es clara cuando vemos el último plano de la película. Empieza y termina la historia en un campo de patatas, relato cíclico que nos advierte al igual que el final de El matrimonio de Maria Braun (1979) de R.W.Fassbinder, sobre la necesidad de estar atentos, porque es posible que la historia se repita.


J.M. Trigueros.




Viñeta.


Así se las gasta el niño contra Lope de Aguirre, si habéis visto las 2 películas entenderéis mejor el chiste.
Tanto en Aguirre, la cólera de Dios como en El tambor de hojalata  hay unas cuentas del 1 al 10. En la primera, le cortan la cabeza a un soldado por órdenes de Aguirre diciendo el nº 10 cuando la cabeza está en el suelo. En El tambor de hojalata, Oskar cuenta del 1 al 10 y se tira por las escaleras justificando mediante un acto físico el estancamiento de su crecimiento.
En fin, Oskar y Aguirre son mis dos favoritos y a ellos va dedicada la viñeta. Son personajes despreciables con carné,    pero que también me inspiran lástima y simpatía.
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